Hoy se conmemoran 19 años del segundo título de la Copa Mundial FIFA que España logró en China y Taipéi (Taiwán) el 5 de diciembre de 2004. En este día, hace casi dos décadas, La Roja celebraba la conquista de su segunda estrella en el escudo, un logro destacado alcanzado por un equipo legendario dirigido por Javier Lozano, actualmente presidente de la Liga Nacional de Fútbol Sala. Este hito dorado marcó el punto culminante de 13 años de éxitos, durante los cuales el equipo registró solo 8 derrotas, estableciendo así una cultura exitosa basada en el esfuerzo que consolidaba el proyecto comenzado. Esta cultura fue fundamental para enfrentar la extraordinaria dificultad de mantener la supremacía mundial cuatro años después de alcanzar la cima con la primera estrella en Guatemala.

En Taiwán, cinco jugadores veteranos lideraron al equipo español de fútbol sala en el Mundial del año 2000, transmitiendo un legado ganador a una nueva generación de jugadores. A pesar de las dificultades, como las bajas de último momento de Daniel Ibañes, Sergio y Cristian y las retiradas de fragantes leyendas como Paulo Roberto, Jesús Claveria y Javi Sánchez, España, dirigida por Javier Lozano y Juan José Rodríguez Navia ‘Cancho’, se embarcó en una expedición llena de orgullo y determinación.

Tras la consecución del primer Mundial, la selección sabía que era el equipo a vencer y confiaba en el "Espíritu de Guatemala", un poderoso elemento intangible que había sido clave en su historia. Este espíritu los guió hacia la consecución del segundo Campeonato del Mundo FIFA en una destacada realidad palpable consolidando un proyecto ganador, fruto, en parte, al trabajo colaborativo establecidas entre la LNFS y la RFEF durante ese momento.



El camino hacia la segunda estrella

En la primera fase del torneo, España superó un inicio desafiante contra Ucrania (2-0) y luego dominó con relativa facilidad a China (10-0) y Egipto (7-0). Lideraron la fase con números de campeón: 19 goles a favor y ninguno en contra. Sin embargo, en la segunda fase, después de una victoria ajustada contra la República Checa (2-0), la selección perdió ante Italia (2-3), quedando en una posición complicada.

El tercer partido de esta fase contra Portugal, dirigido por Orlando Duarte, fue crucial. España ganó 3-1 con un doblete de Marcelo y un gol de Fran Serrejón, asegurando así su pase a la siguiente ronda. En las semifinales, se enfrentaron a Brasil de Ferreti liderada por Manoel Tobias y con Fininho, Schumacher, Falcao, Indio o Vinicius en un emocionante encuentro que terminó en empate. En la tanda de penaltis, Neto de Brasil estrelló el balón en el travesaño, asegurando la clasificación de España para la gran final.

En la final, España se enfrentó a Italia, conocida como la "Brasil B", y tuvo la oportunidad de redimirse de la derrota anterior. Después de un primer tiempo parejo, España tomó la delantera con goles de Kike y Marcelo. A pesar de un gol tardío de Zanetti, España logró asegurar la victoria por 2-1 y el título del Mundial en China y Taipéi.

A una distancia de 14.460 kilómetros y 1.464 días más tarde, la Selección Española volvió a demostrar su excelencia, consolidando su posición como la mejor del planeta. Este logro no solo revalidó el estatus de campeones, sino que también contribuyó a forjar un legado duradero. Luis Amado, Julio, Orol, Javi Rodríguez, Kike, Torras, Fran Serrejón, Pipe, Andreu, Limones, Cogorro, Rafa, Marcelo y Paco Sedano, dirigidos por Javier Lozano y su cuerpo técnico, fueron los artífices de una gesta que encumbró a España en el fútbol sala certificando las exitosas sinergias establecidas entre todos los estamentos que conforman el fútbol sala español.