El Portus Apostoli consigue la permanencia matemática en una tarde épica de fútbol sala, de la mano de una afición noiesa entregada.

Estaba en nuestras manos, y no se escapó. El Noia Portus Apostoli FS continúa siendo equipo de Primera División FS gracias al triunfo sobre el Real Betis Futsal en un Municipal Agustín Mourís que mostró una comunión perfecta con los suyos, desde el minuto 1 al 40.

Y eso que difícilmente pudo empezar peor la cosa. En apenas tres minutos de juego, el Real Betis había colocado un 0-2 a su favor, y en el Olivo Arena ganaban los navarros, lo que provocaba un triple empate de infarto para la última jornada. Pero todavía quedaba mucho por contar, y el Noia se lanzó sobre el marco de Molina en busca de reengancharse al marcador.

Dos veces al palo lanzaron los noieses antes de encontrar la merecida recompensa. El tanto corrió a cargo de Pirata desde el punto de diez metros, poniendo una sonrisa en el desenlace de una primera mitad muy difícil de masticar para el espectador, con hasta 11 faltas, e innumerables interrupciones.

La tónica continuó igual en la reanudación. Machado avisó pronto con un latigazo al palo en el 21’, y Molina tuvo que sacar varias manos de mérito para evitar el empate. De pocos contragolpes dispuso Betis para aumentar una ventaja que en el 31’, por fin, se vería neutralizada. Las respiraciones de todo el Mourís se detuvieron en el instante en el que Henrique impactó un dirísimo disparo en el larguero, al que Lluc tocó lo justó para introducir el cuero en el fondo de las mallas y cambiar definitivamente el rumbo del encuentro. El “sí se puede” era un clamor en la grada, y Pirata lo confirmó en la pista, con un derechazo ajustado al palo que se convirtió en el 3-2 que daba un cierto respiro a la parroquia noiesa.

Con siete minutos por jugarse, el cuadro verdiblanco buscó la reacción con el portero-jugador en Povea, pero los espectadores del Mourís y el Noia no iban a permitir que la remontada quedara en nada. En el 38’, y tras conseguir minimizar las intentonas béticas, Power tiró de lo ultimísimo que le quedaba para introducir en la portería el esférico, lento, casi llorando, en un trayecto que cada noiés y noiesa disfrutó al máximo para poner una confirmación casi total a lo que pocos minutos después se hizo realidad.