David Ramos, entrenador de Viña Albali Valdepeñas.
David Ramos, entrenador de Viña Albali Valdepeñas.
David Ramos hace balance del 2022 y se asoma al 2023 con esa ‘filosofía jirafa’ de mantener los pies en el suelo y la cabeza alta para seguir soñando.
David Ramos mira de reojo a lo que ha dado de sí los últimos 365 días para reflexionar y hacer balance de un año que él mismo aprueba con nota, pero que también ha dejado algunas espinitas que, lejos de hundirlo en una depresión, sonríe para convertirlas en un aprendizaje como la vida misma. Un año que ha vuelto a posicionar al Viña Albali Valdepeñas como un club humilde, pero grande, y que sigue peleando en su día a día para mantener ese estatus de equipo capaz de competir a cualquiera y, sobre todo, de mantener la llama de la ilusión encendida en uno de los mayores activos del club como es la afición.

“A este 2022 le pongo un 9, porque el 10 hubiera sido ganar un título. Jugar por tercer año consecutivo una Copa de España, clasificarnos por cuarto año consecutivo para esta cita, caer en semifinales por el título liguero y una final de Copa del Rey no está al alcance de cualquiera. Es para quitarse el sombrero con un club como el nuestro y valorar las cosas como Dios manda”, reflexionaba en primer lugar David Ramos.

Esta temporada, y tras la salida de Joan Linares de la dirección deportiva, el reto de confeccionar una plantilla competitiva y compensada no era tarea fácil, pero el técnico madrileño reconocía que “tenemos una plantilla muy compensada y equilibrada. Tenemos un buen equipo, pero nos tenemos que seguir reinventando. Tiene su mérito que hayamos mantenido el nivel competitivo y seguimos peleando ahí con los grandes. El mayor problema que hemos tenido al comenzar esta temporada ha sido las ventanas FIFA porque casi todas las caras nuevas eran internacionales y esa aclimatación o adaptación nos costó más. En cuanto han estado todos, el equipo se ha ido engrasando y ha mejorado”.

Una de esas caras nuevas fue Abbasi. El iraní tardó en llegar por asuntos burocráticos, pero poco a poco va demostrando el talento de jugador que es y que la espera ha merecido la pena. En este sentido, el entrenador del Viña Albali reconocía que “no soy el más objetivo para hablar de Abbasi porque soy el que más ha apostado por él. Con su trabajo y su esfuerzo está demostrando que no nos hemos equivocado. Todavía tiene que crecer y entender la idea del juego, por lo que tiene mucho margen de mejora. Viene con mucha ilusión y tiene todo para triunfar en España”.

Haciendo un análisis de 2022, Ramos destacaba que “lo mejor del 2022 para mí es la capacidad del equipo para sobreponerse a las adversidades. Lo peor, sin duda, fue no conseguir la Copa del Rey en una gran ocasión, pero así es el deporte y es la enseñanza”. Con esa final perdida y con tantos intentos del Viña Albali Valdepeñas por pelear por un título, el madrileño comentaba que “no creo que me deba nada el fútbol sala, todo lo contrario, estoy agradecido por el día a día. Vamos a seguir peleando para tener esas oportunidades de optar a un título”.

Otro de los puntos de inflexión fue la eliminación de la Copa del Rey en noviembre de este año, uno de los momentos más críticos en la carrera de David Ramos como entrenador. “La eliminación de Burela fue un momento muy duro porque no dábamos con la tecla y los resultados eran adversos, pero sabía cuál era el camino y era consciente de lo que cuestan las cosas. A partir de ahí sabía que había un solo camino para tirar adelante y era trabajar, trabajar y seguir adelante. Era un momento para fuertes, no para débiles. Creo que demostramos la pasta que estamos hecho. Fuimos fuertes mentalmente, trabajamos fuertes, no quisimos rizar el rizo con algunos detalles y sabíamos que solo había que ganar, sin hacerlo bonito. Solo ganar. Pasé de ser contemplativo a cortar por lo sano y ser estricto con algunos detalles. Y al final, conseguimos retomar el vuelo, salir de los puestos de abajo y clasificarnos para la Copa de España”.

En este tiempo de parón, sin la figura de director deportivo y pensando las 24 horas en fútbol sala, Ramos reconocía que “se echa de menos la figura de Joan por muchos motivos; porque era un gran compañero, un gran profesional y sabía de lo que iba esto, y en cualquier momento hablábamos para comentar el día a día; los problemas, las decisiones... Yo sigo haciendo lo mismo que hacía; entrenar, ver partidos, ver jugadores, analizar todo, buscar oportunidades… Lo llevo bien. Aquí nunca se para y seguimos sin descanso pensando siempre en el futuro y en lo mejor para el club”.

Hablando de presión y de haber malacostumbrado (en el buen sentido de la palabra) a la afición por pelear año tras año por algún título, el de Torrejón manifestaba que “la presión nos la ponemos nosotros mismos. Los jugadores veteranos son jugadores que no se cansan de ganar y que son un gran espejo para el grupo. En ciertos momentos saben guiar al grupo y saben coger aquello que nos hace mejores. Si te rodeas de gente buena, al final, ayuda a conseguir los objetivos. Nosotros vivimos de la oportunidad por estar en lo más alto. Es un honor que la gente piense que somos grandes por el hecho de pelear por títulos, pero a veces nos toca estar en el alambre en busca de esas oportunidades. Es difícil mantener ese estatus, pero nosotros vamos a pelear por ello y seguiremos peleando por ellos”.

Por último, se refería a la afición, al gran tesoro de este Viña Albali Valdepeñas. “La afición es el mayor activo del club y sin ellos no sería posible todo esto. Ellos son parte importante de que esto se haga realidad y que el proyecto tenga sentido. Somos esclavos de nuestros propios éxitos y cada día hay que pelear por ser mejores. La afición nos hace mejores con sus exigencias y con sus críticas. Por eso, les digo que no se cansen de apretarnos, pero que sean consecuentes de que a veces nos equivocamos porque somos personas y que somos los primeros que queremos hacerles felices. Hay que seguir con los pies en el suelo y con la cabeza alta sin renunciar a nada”.