Orgullo y privilegio por haber disfrutado de un deporte maravilloso que me permitió con mis clubes y la selección disfrutar de momentos inolvidables más allá de victorias y derrotas. Cuando te retiras te das cuenta de lo afortunado que eres y que no hay nada comparable a todo lo que has vivido como jugador.
¿Y cambiarías algo de esos 20 años?
Todos nos hacemos esa pregunta y yo siempre hago la misma reflexión y es que no me veo con derecho a quejarme de nada de lo que viví. Tuve una vida deportiva absolutamente plena, satisfactoria y enriquecedora en todos los sentidos. Seguro que pude hacer cosas mejor o pude haber tomado otras decisiones, pero sería muy injusto cambiar nada porque lo que viví fue inolvidable.
¿Qué te dieron en Murcia para estar 13 años allí?
Nos encontramos en el camino dos realidades con mucho en común sobre lo que es un club y sus valores y la manera de entender el fútbol sala. En 2001 necesitaba ese salto a un gran equipo y ElPozo estaba en un momento complejo con un nuevo proyecto. Fue una relación fructífera para ambas partes y desde mi punto de vista tengo un agradecimiento enorme al club.
¿Si tuvieras que elegir un momento de tu carrera?
Es difícil… Conforme vas haciéndote más mayor, restas importancia a lo deportivo y les da más valor al resto, a lo importante. Cuando me preguntan por el peor momento a todo el mundo se le viene a la cabeza la derrota por penaltis en la final del Mundial [Brasil 2008] o en una Copa de Europa, pero no. Fue cuando el equipo tuvo un accidente de autobús en 2005 y yo era el primer partido que me perdía desde que había llegado a ElPozo. Te levantas por la mañana y tienes 200 llamadas perdidas, no sabes qué pasa, no hay redes sociales para informarte… Ahora todo esto tiene más valor que lo deportivo.
El otro día en una conversación con Vinicius coincidíamos y valorábamos lo que habíamos vivido independientemente del resultado. Veíamos una foto juntos antes de la final del Mundial de Tailandia, que él tuvo la suerte de ganar y nosotros no. Poder estar en ese instante, en ese lugar, ser un elegido para estar en esa final y disfrutarlo… Elegir un momento es muy difícil, y quedarte con algo específico tras 20 años de carrera sería injusto.
Pero hay un momento especial en ese Mundial del 2000, primer título de España y, sobre todo, que se podía ganar a Brasil…
Es el punto de inflexión del fútbol sala en España y para todos los que estábamos allí marcará nuestras carreras y nuestras vidas. Cambió la historia del fútbol sala en España y el mundo. Mostramos que Brasil no era invencible, que había un grupo de "chalados" que pensábamos que se les podía ganar y además se nos ocurrió que fuera en la final de un Mundial.
En su momento fue algo increíble, y ahora que se han cumplido más de 20 años lo seguimos celebrando; somos unos privilegiados. Fue uno de los partidos más importantes de mi carrera, sino el que más, por todo por lo que supuso y sin embargo no jugué. Era un niño, el más joven de la selección, y aun así me siento un privilegiado por haberlo podido vivir delante de aquellas miles de personas.
Y esos ‘chalados’ repitieron en 2004…
Con muchos condicionantes diferentes, ya era otro fútbol sala. Es verdad que aprovechamos que Brasil seguía viendo la derrota del 2000 como un accidente y nosotros en 2004 llevamos el concepto de ser un equipo al extremo. Por capacidad y calidad individual sabíamos que estábamos muy lejos, pero dimos una lección de lo que es competir y ser un equipo. También es cierto que nada como la primera vez. Aunque disfrutamos mucho y revalidad título era histórico, para los cinco que repetíamos Copa Mundial las sensaciones fueron diferentes, aunque siendo conscientes de la importancia que tenía.
¿Dirías que ahora hay más igualdad, más concepto de equipo y brillan menos las individualidades?
Hay más herramientas y más situación colectiva. Se han afinado aspectos como la cuestión física y táctica y la preparación. Cuesta mucho más marcar diferencias, y aunque las sigue habiendo y los buenos siguen siendo muy buenos, se ha igualado todo. Si ves una Copa Mundial o una Eurocopa cuesta decir quién es el claro favorito cuando antes todos señalábamos un solo nombre.
¿También le ha afectado esta igualdad a España, que cada vez le cuesta más ganar a nivel europeo?
Comparto parte de la argumentación. Si tus rivales son más débiles tienes más opciones de ganar, es irrefutable, pero al mismo tiempo la mejora como competidor viene fundamentalmente de a quién te enfrentas. En los últimos años España ha sido una de las selecciones que marca el paso, pero perdió el Europeo 2018 con Portugal, en el Mundial de 2016 cayó en cuartos con Rusia. Eso te obliga a seguir mejorando y exigiéndote y no poder conformarte. Seguramente de esa evolución de los rivales viene tu propia mejora.
A nosotros nos hizo buenos Brasil, nos exigió el máximo a nivel colectivo y todos los que vinieron a jugar a España nos hicieron mejores. Creo también que Brasil se vio obligada a seguir esa evolución gracias a lo que le exigimos. Sus derrotas vienen en parte por eso demérito suyo de no ser capaces de entender a qué rival se estaba enfrentando en aquella generación.
¿Qué se aprende disputando una Copa Mundial?
Aprendes a valorar. Tuve la fortuna de jugar cuatro y eso es un privilegio enorme. En el día a día de un Mundial entiendes lo que significa el valor del grupo, la empatía dentro de un grupo, que es realmente importante. Aprendes a poner el bien colectivo por encima del personal y saber que cualquier detalle pueda marcar la diferencia.
¿Cómo seguirás la cita de Lituania?
Lo disfrutas de otra manera, deseando esa tercera estrella pueda venir para España, sería bueno para todos. Ganar sería un empujón para tu deporte a nivel nacional, como nos pasó a nosotros en el 2000 o a Argentina en el anterior Mundial. Lo veré desde la distancia, sufriendo con la selección y tratando de disfrutar del juego. Me ha sorprendido lo poco que sufría dentro y lo mucho que sufro fuera.
¿Qué esperas de España?
España siempre parte con opciones, tiene una generación de jugadores jóvenes que tienen mucho que decir en el futuro. Cada vez hay más igualdad y el abanico de aspirantes al título es más grande, pero ahí está España, es una de las candidatas. El nivel competitivo de la Primera División en España no baja y eso te permite partir en una posición de ventaja con respecto a otros en un Mundial.
Habiendo jugado cuatro ediciones, ¿cómo cambia a un país, en este caso Lituania, el poder albergar un Mundial?
En los cuatro que tuve la fortuna de vivir te das cuenta que la propia disputa del Mundial no tiene nada que ver en un país o en otro. Lo que se vivió en Guatemala en el 2000 era una auténtica fiebre, una locura. El de China fue diferente, o ni qué decir cuando el país anfitrión es Brasil… Ahora el fútbol sala llega a Lituania, un país pequeño pero con tradición de deportes indoor, así que ojalá deje huella y las circunstancias permitan que sea profunda. El país y la federación van a estar detrás y será un éxito.