Corinthians se proclamó campeón de la Supercopa de Brasil tras imponerse en la final al anfitrión, Cresol Marreco 4-2 tras remontar un 2-1 adverso en los tres últimos minutos de partido. En las semifinales, los paulistas se habían impuesto al Atlántico Erechim por 3-0 y los anfitriones del torneo habían vencido en el clásico de Paraná a Pato por 3-1.