Pablo Salado, jugador del Noia Portus Apostoli, posa con su hijo Fede.
Pablo Salado, jugador del Noia Portus Apostoli, posa con su hijo Fede.
Pablo Salado, jugador del Noia Portus Apostoli, ha vivido su paternidad en medio del estado de alarma. Fede nació el pasado jueves 19 de marzo, Día del Padre, en Tarifa, hasta donde se desplazó el jugador de la escuadra noiesa una vez que se decretó la suspensión de las Jornadas 24 y 25 de Segunda División. El ala jerezano mostró su alegría por la paternidad, calificándolo como algo “indescriptible, lo mejor que me ha pasado en la vida”.
No todo son malas noticias en los días que corren durante el estado de alarma decretado como medida de prevención al COVID-19. Una de las notas positivas de este escenario ha sido la experiencia de Pablo Salado, jugador del Noia Portus Apostoli que el pasado jueves 19 de marzo vivió el nacimiento de su hijo. “Fue una sensación indescriptible, eso no te lo da ninguna satisfacción, ni deportiva ni laboral. Sean cuales sean tus éxitos en el ámbito deportivo o laboral, esto está a otro nivel”, definió el ala de la escuadra gallega. 

El jugador relató así su viaje desde Noia hasta Tarifa para estar al lado de su pareja en un momento tan especial: “Tengo que agradecer al director deportivo del club, Javi, que desde que supo la suspensión de la Liga me dijo que me sacara los vuelos lo antes posible, que era momento de descansar y de disfrutar el embarazo, ya que me quedaba poco para ser padre. Cogí el primer avión que pude y me vine para Tarifa”.

"Rompí a llorar, fue algo increíble"

El ala jerezano explicó así como fue un día marcado en rojo en el calendario y condicionado por las medidas de prevención al COVID-19: “Fue una situación bastante atípica, en la que desde el minuto uno se tomaron muchísimas de prevención. Nada más llegar al hospital nos dieron mascarillas y guantes, intentando siempre mantener la distancia con los médicos. También fue difícil, porque lo que parecía que iba a ser un parto normal se complicó, ya que tuvieron que realizar una cesárea de urgencia. Son momentos en los que se pasa mucho miedo, pero por suerte tanto la madre como Fede están muy bien”. 

El destino eligió que Fede viniese al mundo el 19 de marzo, Día del Padre. Su progenitor no puede evitar emocionarse al explicar que sintió cuando vio a su hijo nacer: “Para mi fue realmente especial porque al vivir esos momentos de tensión después lo disfrutas aún más. Rompí a llorar, fue algo increíble. Al ser una operación de cesárea el ‘piel con piel’ lo hice yo mismo y lloré muchísimo, fue una sensación indescriptible. Lo mejor que me ha pasado en la vida”.

Ahora, explica que el bebé le ocupa todo su tiempo: “Debido a como se llevó la cesárea, ha sido muy duro para ella y tiene que guardar reposo absoluto y debe moverse lo menos posible. Yo me estoy ocupando de todo: las tareas de la casa y el cuidado del bebé, para que ella se preocupe de lo menos posible”.

Este tiempo sin competición le va a venir bien, ya que arrastra una pubalgia desde el pasado mes de diciembre: “Este parón me ayuda a recuperarme y descansar e intentar llegar a los partidos que quedan de la mejor forma posible. Al fin y al cabo, una pubalgia es una lesión muy dura y difícil que necesita de mucho tiempo de reposo. Hago los ejercicios que me ha mandado el fisio, no trabajo al ritmo de mi equipo, pero si realizo el trabajo encaminado a la recuperación de la lesión”.

“Del Fútbol Sala echo de menos el día a día. Cuando pasamos una situación como esta, echamos más de menos las situaciones cotidianas de la vida, como el simple hecho de tomar un café antes de entrenar, ir al pabellón, charlar con tus compañeros, entrenar…”, concluye.